Hablamos con su creador y director, Jokin Telleria, sobre la importancia del papel de lo digital, la diversificación de proyectos y el plus de contar con Djs pinchando en escenarios espectaculares.
“Se nos ha abierto mogollón la mente. Hemos estado dando vueltas todo el tiempo, pivotando sobre varios ejes, hasta dar con un proyecto súper interesante”, resume Jokin Telleria (Lasarte, 1981), director e ideólogo de Dantz festival desde 2017 y que ha sido rebautizado como Plataforma de música electrónica y contemporánea. La irrupción de la pandemia ha acelerado algunos de los procesos en los que ya estaban inmersos (la vía digital) y, aunque pueda resultar chocante, ha servido para ampliar y diversificar sus campos de acción. De ser un evento circunscrito a unas fechas concretas (finales de agosto, principios de septiembre) en un espacio fijo como Tabakalera, a diseñar una programación variadísima que se disemina a lo largo del año en distintos lugares de Gipuzkoa.
El plato fuerte es ahora Dantz Point, una serie de sesiones electrónicas que se celebra en espacios emblemáticos y, en algunos casos, poco conocidos del territorio. El concepto consiste en combinar música con la difusión del patrimonio artístico e histórico en un entorno especial. Durante 2020 djs dispares como Yngryd y Charles Ramírez, entre otros, han presentado sus sets en el santuario de Loiola; en los alrededores de la basílica de Arantzazu; en unas minas a descubrir en Zerain; incluso a bordo del velero Lucretia en la bocana de Pasaia.
Ha sido en los acantilados de Zumaia, rodeado del espectacular magnetismo del flysch, donde el evento tomó vuelo y por el que obtuvo la nominación a Mejor Video Musical de la prestigiosa plataforma Dance Television. Finalmente, la labor de Dantz Point se ha visto recompensada con la obtención del Premio al Mejor Contenido Audiovisual de 2020. “Es un reconocimiento internacional que nos ha hecho muchísima ilusión. Había vídeos de todo el mundo, desde Egipto a Beirut”, explica Jokin.
De la mano de la Diputación y Donostia Kultura, y en un momento en el que escasean los eventos presenciales, Dantz Point ha recibido el impulso definitivo. Sin público -“le da un toque más conceptual, más limpio y cultural- pero con un aluvión de herramientas digitales que les ha permitido crecer y “desarrollar la faceta internacional” con “publicaciones cruzadas” en redes sociales en los que también ha colaborado DONOSTITIK. Desde el certamen donostiarra calculan que sus vídeos han tenido más de medio millón de visualizaciones, incluyendo a espectadores de Europa y América Latina. “Ha sido un aprendizaje continuo y ha funcionado muy bien”, continúa Jokin. ¿Cómo será Dantz en el futuro? “Pasa inevitablemente por una combinación entre lo presencial y lo digital”, responde.
El festivaha mutado de arriba abajo. Suspendida por fuerza mayor la edición al uso del verano pasado, se ha tenido que reinventar en el último suspiro del año a través de la fórmula Dantz Digital. Entre el 27 y el 30 de diciembre se formaron mesas redondas, se llevó a cabo la formación online, hubo arte digital, sesiones en streaming desde casa, así como un puñado de citas Dantz Point con sello donostiarra: los djs pusieron música en el parque de atracciones del Monte Igeldo, el anfiteatro de Miramon, la iglesia del museo San Telmo y la terraza en lo alto de Tabakalera. Un menú condensado con el que se cerraba un 2020 “durísimo” que ha exigido mucho esfuerzo y cambios de guion a última hora.
“Ha sido todo un viaje. Muy complicado, pero que ha merecido la pena“, describe Jokin. “Hemos visto toda Gipuzkoa, ha sido una experiencia personal y emocional. Hacer un Point en Arantzazu fue muy especial, nos amoldamos a su ambiente espiritual. En general, nos hemos ido amoldando a los diferentes espacios, incluyendo estilos de música acordes a cada sitio, cuidando cuestiones de género y, en general, aportando una propuesta muy equilibrada”.
El Festival nació en plena resaca de Donostia 2016. “La electrónica parecía que en esta ciudad estaba arrinconada”, recuerda Jokin, y añade que solo se podía escuchar “por la noche en los clubs. Nuestra visión es totalmente abierta en cuanto a estilos, desde música experimental y ambient hasta sesiones de house; que se pueda ver sentado, bailando, etc”. La marca Dantz evoluciona casi a cada momento y dependiendo, también es verdad, de las circunstancias sanitarias. Bajo su paraguas se llevan a cabo iniciativas de todo tipo (sesiones en casas y villas de particulares, charlas, foros, directos), muchos de ellos digitales, pero que no paran de crecer y retroalimentarse. “Ahora Dantz es un contenedor de proyectos. Tenemos como 8 o 9 en marcha, cuando antes sólo había dos. La gente ya no solo consume, sino que se forma y termina creando. Es un concepto 360”. La apuesta pasa por consolidar la internacionalización: con o sin pandemia Dantz aspira a seguir creciendo, y el planeta es su único límite. “Hoy en día hay que pensar en global, no tiene sentido pensar en local”, remacha.