El tránsito es un lugar donde la música electrónica y de vanguardia siempre está.

Donde las leyes físicas cambian, o simplemente son inexistentes por la ausencia de reglas, patrones o guías.

Un viaje a lo desconocido que, sin saber por qué, todos en algún momento queremos afrontar.

Música como agujero blanco, o como fuente de energía que transforma la materia y el tiempo.

Algo fluye en esa atemporalidad, en esa dimensión que siempre ha estado ahí. Muchas veces cerca, aunque no siempre sensible a nuestros sentidos.

Desde un rol de «fuera de lugar» en la sociedad, el destiempo ha sido una constante en la música electrónica.

Siempre en movimiento sin un rumbo fijo, no siempre mira hacia adelante, ya que se nutre del presente, pasado y futuro a partes iguales, quizá por eso es tan única.

Cruzar el tránsito y el destiempo nos rompe, desencaja, recompone y completa.

Nos acerca a lo imposible, a lo inmaterial. Lo rígido o establecido no tiene poso en ese caos, en la ingravidez.

Lo esencial habita en la texturas, en los ritmos infinitos, en lo abstracto, en lo incontrolable.